En muchos aspectos y teniendo en cuenta el ambiente intelectual y científico predominante en su época, las ideas de Lev Vigotsky pueden considerarse idiosincráticas, revolucionarias e inusuales. Desde una perspectiva general y ya desde muy joven, Vigotsky defendió vehementemente que la Ciencia Psicológica no podía ignorar la conciencia, una visión de la Psicología no demasiado popular ni en su tierra, la URSS, patria de los reflexólogos, ni en el resto del mundo, especialmente en los EEUU donde el paradigma conductista imperaba en los ámbitos académicos y científicos. Dicho de otro modo, el joven pensador defendía una psicología "con mente", epistemológicamente abogaba por un cognitivismo. Por tanto, junto a Piaget, la escuela de la Gestalt y unos pocos coetáneos más, afirmaba que los procesos mentales podían ser investigados y afirmaba la posibilidad de su abordaje científico, al contrario de lo defendido por los conductistas. Desde esta óptica, aquí tendríamos el primer paralelismo evidente entre su punto de vista y el de la Psicología y Neurociencias Cognitivas contemporáneas, incluyendo la actual Psicolingüística: sin ninguna duda, el lenguaje y el resto de funciones mentales tienen una dimensión interna, mental o computacional que puede y debe ser estudiada científicamente.
A diferencia de otros psicólogos tanto anteriores como contemporáneos, Vigotsky afirmaba que el pensamiento y el lenguaje, como funciones mentales superiores, tenían raíces genéticas diferentes, tanto filogenética como ontogenéticamente. Eso sí, se desarrollan en una continua influencia recíproca. En este sentido, se diferenciaba claramente de las posturas que estaban defendiendo un continuismo entre el intelecto general y los procesos psicolingüísticos. Por ejemplo, para Jean Piaget, de cuya teoría Vigotsky (1934) hizo un excelente análisis y crítica, ambas capacidades mentales estaban relacionadas, como veremos más adelante. Tampoco para el Conductismo tenía sentido establecer una diferenciación entre conductas inteligentes y conductas verbales: ambos tipos de comportamientos eran aprendidos mediante los mismos mecanismos de condicionamiento. Para Vigotsky, sin embargo, las dos funciones se desarrollan de forma independiente, y según el autor, esto es evidente tanto en la adquisición y desarrollo de ambas en el niño como desde una perspectiva comparada y evolucionista.
El lenguaje mantiene estrechas relaciones con diversos procesos psicológicos, como la atención, la memoria o el razonamiento. En concreto, la relación entre lenguaje y pensamiento plantea cuestiones fundamentales: ¿representan las distintas lenguas la misma realidad social?; ¿hasta qué punto el lenguaje determina el modo en que pensamos? En este artículo, revisamos diversos estudios interculturales que han analizado la interrelación entre lenguaje y pensamiento.
Discutimos hallazgos que demuestran que el género gramatical de las palabras afecta a las representaciones semánticas de los objetos que nos rodean. Asimismo, resaltamos cómo la medida en que se da este tipo de influencia está determinada por la complejidad gramatical de cada lengua. Por ejemplo, en lenguas latinas como el español, frecuentemente existe una correspondencia entre el género natural y el gramatical, y, por lo tanto, se establecen asociaciones fuertes entre ambos. En cambio, en lenguas con mayor complejidad gramatical, como el alemán, existen más de dos géneros no sólo para la categorización de objetos, sino también de personas. Por lo tanto, en este tipo de lenguas el género gramatical afectaría a las representaciones semánticas en menor medida. Concluimos que términos con distinto género gramatical conllevan distintas connotaciones sobre el género natural, y resaltamos las implicaciones prácticas que ello conlleva en el uso diario del lenguaje
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